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jueves, marzo 28, 2024

“Así se ve el cosmos” en las cenizas de nuestros seres queridos

Todo comenzó tras el fallecimiento de su padre. Gabriela Reyes Fuchs, artista y cinematógrafa, tenía en sus manos el bote con las cenizas de su ser querido cuando le entró la repentina necesidad de verlas a través de un microscopio. “No vas a ver más que blanco, negro y gris”, le decían los expertos. Pero Reyes descubrió que si miraba en el microscopio podía encontrar algo más: una galaxia.

Innerstela: el proyecto que nace para ver las cenizas de los seres queridos

“Estaba viendo la creación en las cenizas de mi padre”, compartió Fuchs. Fue hace casi una década y gracias a los microscopios en la facultad de física de la UNAM que Gabriela pudo descubrir que las cenizas de los seres vivos contienen luces, colores y nebulosas similares a la galaxia, contrario a las imágenes monocromáticas que preveían los expertos.

Por su formación como cinematógrafa, Reyes siempre se sintió atraída por la luz. Además sus familiares, muchos dedicados a las ciencias, no se opusieron a lo que en su momento pudo parecer una loca idea.

Una vez que Reyes descubrió qué sucedía, ​​relató que se sintió muy conmovida y un gran alivio que le ayudó a entender mejor la muerte de su padre. Pero le surgió otra duda: “¿Todas las cenizas florecen o solo las de mi padre?” y fue ahí donde empezó el proceso de investigación científica.

Recolectó más muestras y se dio cuenta que todos los seres vivos, incluyendo animales, muestran una imagen parecida a la galaxia en sus cenizas. Para hacerlo, solo se necesita una pequeña muestra de las cenizas que son fotografiadas en el laboratorio. Estas imágenes son tan únicas como una huella digital, por lo que ninguna imagen se verá igual.

“La fluorescencia, los colores y la luz vienen de las cenizas. Ni siquiera se usa un medio o un líquido para poder ver la muestra. No se le añade nada a la muestra y todas las luces y colores vienen de las cenizas humanas”, mencionó.

Fue así como una simple curiosidad se desarrolló en un proyecto artístico llamado Innerstela , donde gracias a microscopios y cámaras fotográficas hiper especializadas, las personas que hayan perdido a un ser querido pueden enviar las cenizas al laboratorio y recibir el retrato de su ser querido, reflejado como una galaxia.

Micro historia de los microscopios

Para los retratos de Innerstela, Reyes utiliza microscopios especiales porque el espectro que necesita ver es mucho más amplio de lo que un microscopio casero podría ofrecer. Pero, ¿cómo llegamos a tener estos aparatos hiper especializados?

De acuerdo con la unidad de microscopía de la UNAM , los asirios, griegos, egipcios, babilonios, romanos y chinos ya conocían las propiedades de las lentes. Pero fueron Zacharias Janssen y su padre Hans Martens quienes, en 1590, crearon un tubo con dos lentes en cada extremo con el que podían obtener entre tres y nueve aumentos.

Sin saberlo, estos familiares introdujeron a la humanidad en el mundo de la microscopía, con todas las repercusiones científicas, tecnológicas y médicas.

Posteriormente, en el renacimiento, Robert Hooke fue uno de los primeros científicos en usar el microscopio, pues fue gracias a uno de estos que en 1665 publicó “Micrographia”, una de las obras más importantes para este rubro donde describe insectos y plantas. Fue él quien definió el concepto de “célula”, lo cual le llevó a ser considerado el padre de la Biología Celular.

Otras personalidades en el siglo XVII, como Antonie Van Leeuwenhoek, son reconocidas por mejorar el microscopio, pero se considera al físico Ernst Abbe, investigador de la empresa Carl Zeiss, el que sentó las bases para la teoría de óptica moderna en el siglo XIX.

De acuerdo con César E. Montalvo, docente e investigador en la UNAM, en la actualidad existen dos tipos de microscopios que emplean la luz como fuente de energía para formar imágenes aumentadas y detalladas de objetos que a simple vista no es posible observar: microscopio fotónico simple – o lupa – y microscopio fotónico compuesto.

La microscopía electrónica en México

La microscopía electrónica permite revelar cosas ocultas mucho más pequeñas de lo que el ojo humano puede ver. Desde ácaros que se arrastran en nuestra piel hasta las batallas entre nuestro sistema inmunológico y enfermedades. En México, desde el siglo pasado, se han adquirido microscopios de este tipo que han traído grandes avances a la ciencia y tecnología.

La compañía estadounidense RCA Victor sacó a la venta su primer microscopio electrónico en 1942 y, cuatro años después, fue adquirido en México por el Laboratorio de Fisicoquímica del Centro de Investigación Científica de la Escuela de Ciencias Biológicas, en el antiguo Casco de Santo Tomás. Este era un microscopio que trabajaba con 30 kilovoltios y lograba una resolución de 5 nanómetros. Su costo fue de $48,000 pesos en ese entonces.

En 1951, la misma compañía vendió a la Escuela Nacional de Agricultura “Chapingo” el segundo microscopio electrónico instalado en México y el primer microscopio electrónico lo obtuvo el Instituto de Estudios Médicos y Biológicos de la UNAM (hoy Instituto de Investigaciones Biomédicas) en 1959. Fue revolucionario porque convirtió a éste en el primer laboratorio de microscopía electrónica con capacidad para estudiar células y tejidos animales.

En la actualidad, hay más de 100 microscopios electrónicos operando en México , tanto SEM como TEM, siendo uno de los países latinoamericanos con mayor número de microscopios.

Los laboratorios de microscopía electrónica en México se encuentran instalados principalmente en la UNAM, el IPN y en el sector salud, pero en casi todos los estados del país se tiene al menos un laboratorio de microscopía electrónica, principalmente en las instalaciones de las universidades estatales y en los tecnológicos.

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