José Antonio Figueroa Carrasco, Residente de Álamos, Sonora, vivió de la fotografía durante 23 años, pero a la edad de 46 años, dio un cambio en su vida al tener el primer acercamiento a la escultura de barro, cuando recibió un taller que iba dirigido hacia niños, Antonio era el único adulto inscrito, pero eso no detuvo el sueño de aprender de este nuevo arte para él.
Tres años después, a punto de llegar a los 50, José Antonio Figueroa Carrasco se ha convertido en un artista del barro y ha creado obras -sobre todo rostros- que son capaces de mover emociones en quienes las observan.
Su primera obra la ofreció como regalo a un par de amigos y fue rechazada. Se preguntó si era mala, si era fea, si no tenía el talento necesario para dedicarse a ello, pero después entendió que cada rostro y cada figura plasmada en barro ya tiene un dueño esperando.
La aventura inició en 2017 cuando leyó “Tus zonas mágicas” de Wayne Dyer; ahí encontró un momento para reflexionar y meditar sobre algún suceso que causara un impacto en su vida: la memoria de Figueroa Carrasco se trasladó entonces a cuando era pequeño.
“Lo hice al pie de la letra -las indicaciones del libro-, me puse a buscar en mi interior, en donde encontré varios puntos y entre ellos recordé cuando yo estaba en primero de secundaria.
Comentó, un primo había hecho un pez de piedra muy bonito, me emocioné, dije ‘yo quiero hacerlo’ y fue tanta mi emoción que investigué el tipo de piedra y conseguí un carro que me llevara a ese rancho tan retirado para conseguir esa piedra y trabajarla”.
Agregó, “así fue, traje varias y sin tener herramientas, con un desarmador, me puse a esculpirlas, a hacer un rostro. Se quebró de más, no me gustó y la tiré. Fue todo. Ya no volví a hacer nada más ni a recordarlo”.
¿Por qué elegir rostros en barro? Antonio compartió que le gusta trabajar las facciones y los rasgos, plasmar aquello que no siempre se ve y que cada persona encuentre algo en su interior cuando las observe.
“Que encuentre lo que yo estaba sintiendo cuando la estaba realizando, aunque lo más común, y eso me motiva y me da satisfacción, es que veo la parte importante que es dejar algo que transmita a los demás. Para ellos es como un mensaje, unos les da paz. Es satisfactorio que las personas identifiquen lo que tú haces”, comentó Antonio.
José Antonio no se detiene en el camino. Ahora busca trabajar también la escultura en piedra y en metal, así como descubrir un poco más sobre el mundo de la pintura y una amplia cantidad de posibilidades que se quedan pequeñas comparadas con sus ganas de aprender.
Fuente: Proyectopuente