El 2 marzo del 2012, a eso de las 22:30 horas, Daniel Zamudio salió de su trabajo, en Providencia, en dirección al Parque San Borja, en Santiago. Horas después, Daniel fue torturado por cuatro sujetos: lo orinaron y quemaron con cigarros, azotaron su cabeza con una piedra de 6 kilos y con vidrios dibujaron la esvástica en su cuerpo.
Debido a las torturas, falleció 25 días después.
El crimen, unos de los más brutales conocidos en Chile, marcó un antes y un después en la historia de los derechos LGBTQA+, pues remeció las conciencias, llegó a personas, las familias y sus corazones y transcendió las fronteras, siendo noticia y debate en todos los continentes.
Debido a las características del ataque, las primeras versiones apuntaban a un ataque llevado a cabo por pandillas neonazis, quienes habrían atacado a Daniel Zamudio por su orientación sexual. El día 9 de marzo, tras recoger diversas pistas y las versiones de algunos testigos, el grupo O.S.9. de Carabineros de Chile identificó y detuvo a cuatro personas como los eventuales causantes de los golpes, quienes inicialmente habrían confesado su participación en los hechos.47 Los imputados fueron:148
Alejandro Áxel Angulo Tapia (26), procesado por robos menores y ataques a peruanos, era imitador de Michael Jackson y tenía una tienda en el centro comercial Eurocentro en el paseo Ahumada.49
Patricio Iván Ahumada Garay (25), conocido como Pato Core, había salido de una condena de cárcel por robo con intimidación. Tenía registros de ataques xenófobos contra peruanos.49
Raúl Alfonso López Fuentes (25),50 conocido como el “Gacke II”,51 neonazi y con registros de hurto en supermercados y estaciones de servicio. Intentó ser militar, pero fue rechazado.49
Fabián Alexis Mora Mora (19), el único involucrado sin antecedentes. Sin embargo, el 4 de enero, Mora escribió en su perfil de Facebook haber «reventado el cráneo y la clavícula» a un indigente en su barrio.
El caso dio origen a la primera sentencia por un crimen homofóbico en Chile y aceleró la tramitación de la Ley Antidiscriminatoria, a un punto que fue aprobada tres meses después del asesinato de Daniel y tras siete largos años de debate parlamentario.
Los resultados de la ley antidiscriminatoria; renombrada como Ley Zamudio; son de dulce y agraz
Por una parte, el Estado aún no resuelve las graves deficiencias de la Ley Zamudio. A 10 años de su entrada en vigencia, apenas 495 personas la han usado y solo en 280 casos hubo sentencias, la mayoría contrarias a las expectativas de las víctimas. Tanto en así, que en lo referente a delitos, apenas en 5 ocasiones se ha aplicado la agravante que contempla la ley.
Entre otras deficiencias de la ley, se encuentra la ausencia de una institucionalidad antidiscriminatoria, la multa al denunciante sino se comprueba discriminación, el deber de la víctima de probar el abuso, la carencia de indemnizaciones y la imposibilidad de cuestionar fallos o sentencias discriminatorias.
Lo paradojal es que todos los puntos débiles de la Ley hubiesen sido resueltos si el Congreso Nacional hubiese aprobado la propuesta original del 2005, la cual fue cercenada en siete años de tramitación.
Como no lo hizo, el 3 de marzo del 2019 ingresó al Parlamento un proyecto de reforma que experimentó algunos pasos en 2021, ya que la iniciativa fue despachada por el Senado para su segundo trámite. Sin embargo, el proyecto egresado tampoco cumple, ni atiende necesidades claves de la reforma, a un punto que no obliga al Estado a implementar medidas contra la discriminación y no aclara el tribunal que estará a cargo de tramitar las causas.
Con todo, la Ley Zamudio se transformó en la principal herramienta jurídica para ir avanzando a otras mejores condiciones de igualdad legal y en la implementación de nuevas políticas públicas. En efecto, la Ley Zamudio ha sido la principal llave para abrir la puerta a más avances, en tanto todos los futuros avances tienen como fundamento y argumento la norma, en particular su segundo artículo que prohíbe la discriminación por orientación sexual, identidad de género y expresión de género.
Así, tras el asesinato de Daniel y la aprobación de la Ley Zamudio 20.609 (2012), también vieron la luz otras 12 leyes que protegen explícitamente a las personas LGBTIAQ+: Ley 20.750 que permite la introducción de la televisión satelital terrestre (2014), la Ley 20.830 sobre Acuerdo de Unión Civil (2015), la Ley 20.940 que Moderniza el Sistema de Relaciones Laborales (2016), Ley 20.968 que Tipifica los Delitos de Tortura y de Tratos Crueles, Inhumanos y Degradantes (2016), la Ley 21.120 de Identidad de Género (2018), la Ley 21.212 que Modifica el Código Penal, el Código Procesal Penal y la Ley 18.216 en Materia de Femicidio (2020), la Ley 21.325 de Migración y Extranjería (2020), la Ley 21.400 de Matrimonio Igualitario (2021), la Ley 21.369 que regula el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género en el ámbito de la educación superior (2021) la Ley 21.367, que suprime la causal de divorcio culposo por homosexualidad , la Ley 21331 de Salud Mental la Ley del Sistema de Garantías de la Niñez (2022).
En paralelo se han aprobado políticas públicas pro derechos LGBTIQA+ en Educación, Salud y Trabajo, estando en todo momento y lugar el nombre de Daniel presente, así como la ley que lleva su nombre como argumento; además de surgir en el Cementerio General el Primer Memorial por la Diversidad, lugar donde descansan los restos del joven.
Daniel representa una luz que sobrepasó al caso de discriminación más nefasto conocido en Chile, sembrando condiciones culturales, sociales y políticas para una mejor calidad de vida de todas, todos y todes.
Por cierto que no todo lo ocurrido tras el crimen ha sido bueno. El saldo más crudo son otras 37 personas LGBTIQ+ asesinadas por su orientación sexual o identidad de género después de la muerte de Daniel.
Sin embargo, lo cierto es que con el tiempo cada vez más personas LGBTIQ+ fueron superando miedos y se atrevieron a denunciar los abusos. Y a su vez se fue expresando un mayor apoyo familiar para alcanzar justicia. Basta recordar que antes de Daniel solo se conocía de 20 crímenes homo/transfóbicos en toda la historia de Chile. Una cifra baja, y por cierto irreal, pues eran los propios familiares quienes no denunciaban y, peor aún, rechazan reconocer que sus hijos/as eran LGBTIQA+
Fuente: MoviH