La flor de loto (Nelumbo nucifera) es una de las plantas acuáticas más exuberantes de la naturaleza. Originario de Asia, tiene un significado religioso que representa la pureza espiritual y el renacimiento, asociado a la característica hidrofóbica de sus hojas.
El follaje mantiene la planta limpia en su hábitat natural, sucio y polvoriento, al repeler toda el agua que entra en contacto con su superficie. Las gotas de agua se deslizan y arrastran consigo polvo, partículas y patógenos.
Estudios realizados para esclarecer el fenómeno concluyeron que las características hidrofóbicas de la flor de loto existen gracias a sus estructuras micrométricas (rugosidades) y nanométricas (pelos de alfombra), y son reforzadas por la composición química de la hoja.
Otras plantas, como las hojas de Tropaeolum, Repollo, Phragmites, Colocasia esculenta (la del video a continuación) y Verbascum thapsus, así como ciertos animales como patos, específicamente en sus plumas. Muchos insectos también tienen esta característica.
Los materiales impermeables, inspirados en la flor de loto, tienen características hidrofóbicas. Se clasifican según el ángulo que forma el agua cuando entra en contacto con la superficie. Gracias al ángulo de contacto (>150°), la composición química del material y las características antiadherentes (alta rugosidad), cuando la gota corre, acaba arrastrando la suciedad, desencadenando el fenómeno de la superhidrofobicidad.
Características que han llamado la atención de académicos e industriales debido al potencial de sus aplicaciones prácticas, tales como autolimpieza, anticorrosión, anticongelante, separación de aceite y agua y reducción de fricción, entre otras. En varios materiales podemos encontrar estas características, como telas, pinturas y revestimientos. Esta es una opción respetuosa con el medio ambiente, ya que los materiales autolimpiantes ayudan a reducir el número de lavados y el uso de productos de limpieza.
